lunes, 26 de junio de 2006

Crónica de una Moraga Anunciada


Ya estamos a lunes, y quiero empezar por dar las gracias a todos los que habéis entrado en el blog, y que por escrito con correos, comentarios, por activa, por pasiva y hasta en persona me han felicitado por el mismo y por su contenido. La verdad, no esperaba tanta expectación. Este fin de semana hasta se me ha pedido que escriba por tal y por cual tema, pero siento deciros, que aunque me halaga que me sigáis leyendo, al final escribiré lo que salga por mi cabeza, no por las vuestras. Para gustos colores, dice un refrán, y yo tengo mis gustos, compartidos o no, pero son mios.

Como os relaté en un anterior post, este fin de semana iba de moraga, tópico típico de la “noche de San Juan”, y con esos planes comencé un viernes en mi puesto de trabajo, con la mente preparada en pasar una noche divertida con amigos y amigas, y loca por que llegara las 3 de la tarde para salir pitando, es decir, como siempre… Pero algo ocurrió esa mañana de viernes que me puso pletórica de alegría, ocurrió algo que si se me cae algo encima ni me doy cuenta de lo alegre y contenta que me puse. Y os preguntaréis que le ocurrió, y yo os contesto, pues ocurrió que escuché a mi Madre al teléfono, reir a carcajadas, y mi padre me contó que la noche anterior se bailó un par de pasodobles con ella y que hasta movió el cuerpo con salero con una salsa en la pista de baile de la caseta de los “Moraos” con un par de amigas. ¡¡Alucinante¡¡ diréis, esta mujer se contenta por nada, pero ese Nada, para mi era Todo, puesto que hace cerca de año y medio que no escuchaba a mi madre reir de aquella forma, ni a mi padre contarme eufórico sus pases de baile con su “pareja perfecta”. Yo que siempre hice la llamada rutinaria y de rigor, aquella mañana, como todas las mañanas hago, para controlar y distraer la mente de mi madre, no me imaginaba, ni ella misma se imaginaba, la alegría que me dio por emitir una simple carcajada.

Esa simpleza hizo que mi adrenalina subiera y todavía tuviera más ganas de fiesta en aquella noche de San Juan, que para mi por aquel hecho si que se volvió Mágica, y a ello me puse con todo mi empeño.
Después de preparar la linde del pequeño terreno de playa, al que llegue con mi pequeña Samantha a las 6 de la tarde, que parecíamos las dos Nómadas en tierra de nadie, y que fueran llegando mis queridas amigas (mi inseminada y su querida hermana), y nuestros queridos “niños” de Cártama, empezamos el festín alimenticio sobre las 11 de la noche, entre risas, bromas y algún que otro capón que con ternura pegaba mi amiga a alguno que otro. Corría el famoso tinto de verano y la cerveza por nuestras gargantas, cual corriente amenazadora de río bravo. Lo que bebimos, lo que comimos, y lo que fumamos … incontable….. Pero se acercaba la media noche y los valientes galanes amenazaban con tirar a las féminas, cual acto de bravura de macho ibérico español, a la mar vestidas o sin vestir… Pero yo estaba ajena a esas amenazas, puesto que la tecnología avanza y yo puse mi alarma en el teléfono móvil a las 23.55 h., puesto que no quería que mi baño de media noche me lo fastidiara nadie. Y así lo hice, llegó la hora y me quedé en traje de baño, bajo la atónita mirada de toda la pandilla, y me dispuse a la hora indicada según manuales de rituales varios a zambullirme en el mar. Nunca he creído en rituales varios, ni en noches mágicas, tal como dejé explicito en mi anterior post, pero esa noche, era diferente, escuché a mi madre carcajear esa mañana, y estaba eufórica, y no sé si fué como una dedicatoria a ella, inconscientemente, según los ritos para esa noche mágica, pero me zambullí en el agua corriendo hacia el mar, pensando en ella, ¿para purificarme yo?, ¿para eliminar la negatividad?, ¿para realzar la belleza?, ¿para pedir un deseo?, no lo sé, solo me sumergí entera debajo del agua, dando las gracias por haberla escuchado dar una carcajada. No se a quien, ni a qué le di las gracias, porque los que me conocéis sabéis que no tengo creencias religiosas, ni místicas, ni nada similares. Pero aquella noche Creí en mi Madre, y creo que las gracias iban dirigidas a ella, por reir, simplemente por haberme concedido su risa.

El resto de la noche continuó divertida, hubo más comida, más bebida, mas risas, y más bromas, aparte de más baños, (la temperatura del mar estaba estupenda, tanto o igual que la de fuera). Pero no quiero olvidarme de agradecer a un amigo que recorriera más de 1000 kilómetros, con su respectiva hora de más, perdido dando vueltas por la “pequeña” Torremolinos, y su cansancio acumulado, para simplemente venir a verme, cual caballero andante. Gracias Nima, contigo es fácil sentirse especial.

En definitiva, el final de la noche llegó, y no sé si hicieron efectos los baños a la media noche tal como describen los rituales de la noche de San Juan, desmantelamos el campamento Nómada, y cada uno para su casa, y no sé como irían los demás, pero yo, aunque cansada, iba pletórica y con una sonrisa radiante, por el simple y mero hecho de aquella mañana escuchar a mi Madre Reir….
Gracias por esa carcajada Mamá, hacía tiempo que no era tan feliz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bonito Carmen, me has hecho sentir feliz hasta mí. Gracias por compartir esas emociones tan lindas.

Un beso.

Anónimo dijo...

Si tu madre que es como si fuera mi madre, se ríe a carcajadas, y si tu padre que es como si fuera mi padre, se baila un par de pasodobles con su pareja perfecta, como tú dices.
Es para mi también motivo de alegría y de sonrisas.

Besos muchos desde los tulipanes